La frase que define a Kira Soto es “¡sí se puede!”. Esta entusiasta psicóloga pone empeño y alienta a sus colegas de profesión.
Desde niña Kira supo que su vocación era el servicio por el prójimo. La formación y valores que le dieron sus padres la hicieron pensar siempre en los demás. “A mí no me criaron como a una princesita. Mi papá me hizo estudiar artes marciales y también ballet. Durante un test de vocación laboral una de las opciones para mí fue la psicología y es la que escogí”, relata. Ingresó a la USMP y allí confirmó que eso era lo que quería hacer toda su vida.
Kira es especialista en psicología comunitaria y actualmente es responsable de la estrategia sanitaria de salud mental en el Centro de Salud San Fernando de San Hilarión, en San Juan de Lurigancho, donde junto al equipo que dirige ayuda a afrontar sus emociones a quienes visitan su consultorio. Allí, además, apoya a pacientes de tuberculosis y víctimas de maltrato familiar
a reforzar su resiliencia y reencontrar la tranquilidad.
También es brigadista del Ministerio de Salud, labor para la que tuvo que superar rigurosas pruebas físicas y psicológicas para ser considerada apta y poder acudir a diversos escenarios del país a proveer apoyo psicosocial. Ha afrontado estas situaciones
en ocasiones como el incendio de la comunidad de Cantagallo, las inundaciones en Chiclayo y los desbordes en San Juan de Lurigancho durante el fenómeno El Niño.
Kira sabe que su deber y vocación muchas veces la apartan de su familia e incluso puede ser riesgoso; pero lo hace con convicción, confiada en sus capacidades y porque conoce el impacto de su labor. “La psicología es una bella carrera. Tiene que haber una conexión entre mente y corazón en nuestro actuar diario y sentirnos satisfechos cuando un ser humano sale de tu consultorio con una sonrisa”, relata con optimismo.
