Familia, ciencias y ética de la virtud

Familia, ciencias y ética de la virtud

Familia, ciencias y ética de la virtud

Hoy en día, pareciera que aquella idea de Marx de atacar a la familia, porque allí se daban los fundamentos de la identidad individual y los valores de los hijos, se ha concretado. Pero no gracias al socialismo, sino a las ciencias, y el posmodernismo, como expresión máxima del neopositivismo. Leuridan (1), citando a Michael Balint, nos recuerda la importancia de la familia: la persona, el ser humano se forma dentro de un núcleo originario al que en la mayoría de las culturas llamamos familia. Allí aprende a socializar, aprende a vivir, y dar sentido a su vida.

Este núcleo originario se encuentra inmerso hoy en lo que denominamos la vorágine de la tecnología. Internet, televisión por cable y redes sociales no son conceptos ajenos al grupo familiar. Los psicólogos y los sociólogos se plantean ahora nuevos retos al hablar de la escuela o de la educación de los jóvenes y niños de hoy; bullying, o ciber bullying, sexting, amenazan a la nueva generación en formación. Algunos especialistas hablan de nuevas patologías, de adicciones a la red o al internet, o a la tecnología misma.

Pero por otro lado, no podemos negar que los avances de las ciencias se han traducido también en progreso para la humanidad. El descubrimiento de nuevos medicamentos y técnicas ha hecho que se alargue la esperanza de vida del ser humano. La interconexión global hace posible que la comunicación sea casi en directo en cualquier parte del planeta.

Esta paradoja solo puede ser salvada si regresamos a la fuente del saber y al por qué de las ciencias. Leuridan (2) habla de una cultura de los valores. Citando a Aristóteles se trata de la vuelta a las virtudes, o el renacer de la ética. La búsqueda del bien.

En un mundo donde el relativismo se ha vuelto la moda, y el estilo de las ciencias, la ética de la virtud y los valores se plantea a la familia, a las ciencias y a la humanidad como una manera de reconstruir la civilización. La ciencia y la tecnología son solo medios y, como tal, su propósito solo debería ser generar bienestar y progreso a la humanidad y, por ende, deben servir para unir y hacer más humana la vida familiar. El amor, la justicia, se presentan no solo como ideales utópicos sino como formas de romper ese egocentrismo del hombre de hoy y hacerlo salir de su yo y entrar en la esfera del otro, que dejaría de ser otro desconocido y pasaría a ser un conocido, un amigo.

Escribe:
Roger Yajure

Biotecista, Docente en Pre y Posgrado de Filosofía y Ética en la Universidad de San Martín de Porres

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(1) Cf. Leuridan, J. (2016) El sentido de las dimensiones éticas de la vida. Lima: USMP.
(2) Leuridan, J. (2015). Rev. Cultura nº 29. pp. 129-174.