Todavía es alumno del Instituto de Arte de la USMP, pero ya se ha hecho de un nombre como cultor de la guitarra andina. Este año dará el siguiente paso: la internacionalización. Bolivia y Nicaragua lo están esperando.
En Navidad de 2007, un adolescente de 12 años llamado Felipe Moreno recibió su primera guitarra. Todavía era muy pronto para saberlo, pero aquel instrumento de madera y cuerdas de nylon que sostuvo entre las manos, se volvería su compañero inseparable, la llave de todas las puertas que le depararía el futuro.
Casi una década después, el mismo joven recuerda: “mi primera guitarra… todavía la conservo, le tengo mucho cariño, aunque ella ya no suene como antes”. Es 2016 y Felipe cursa el quinto ciclo en el Instituto de Arte de la USMP, del cual es un destacado alumno de la especialidad de Guitarra Andina.
Música para volar
Pero el guitarrista no se detiene. Con 21 años recién cumplidos, tiene tantos planes y sueños como melodías en la cabeza. Como músico, en julio viajará a Bolivia, donde lo esperan conciertos en La Paz, Oruro y El Alto, como parte del I Festival Internacional de Jóvenes Guitarristas. Cuatro meses después, en noviembre, otro avión lo llevará hasta Nicaragua, para tocar y ser jurado en el Festival Internacional de Guitarra Corazón América.
Felipe también organiza eventos que dan a conocer a otros talentos de las cuerdas. Por este trabajo ha recibido varios reconocimientos a nivel nacional, entre los que destacan El Atusparia de Oro, El Premio Regional Líder y El Varayoc de Oro. “En el futuro esto va a ser poco”, es el lema que utiliza para combatir cualquier atisbo de conformismo. Para recordarse que la canción que empezó con una guitarra envuelta en papel de regalo, todavía tiene mucho por contar.